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EL BOSQUE ROJO

EL BOSQUE ROJO

 

Me solté de tu mano. Al poco me di cuenta de que las raíces de aquellos árboles eran tentáculos. Y las copas, todos los tonos del verde un momento antes, ahora eran negras. O rojas. Y el sol no entraba en aquel claro del bosque, que era una cueva. Había caminado confiada. Sin mirar atrás. Distraída en escuchar pájaros cuyo nombre no sabía. Pero los pájaros se habían callado. 

Me paré. Era extraña, aquella niebla roja. Hacía frío. Entonces volví la cabeza y descubrí tras de mí una sombra alargada.

Mira, me dijiste, señalando alrededor, he pintado el bosque de rojo.

Y las raíces de los árboles volvieron a cobijar duendes. El sol de fuego de la tarde iluminó las copas. El claro a donde habíamos llegado era el sitio más fresco del bosque.

Y la sombra alargada era tu sombra, cuidando de la mía.

(Foto El Bosque Rojo, Carlos Naranjo)

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