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Basura

Basura

Salió de su casa con una pila de periódicos atrasados. Cruzó la calle, abrió el contenedor amarillo y los tiró dentro. Me pregunté por qué habría hecho eso, si el contenedor de papel está dos pasos más allá. No dejé de darle vueltas hasta que leí las noticias y supe lo que pasa. No pasa nada.

Después de cenar puse una bolsa de basura en el cubo, tiré las raspas del lenguado, una lata vacía de espárragos, un par de pilas gastadas y un móvil roto. Cogí la bolsa y el periódico de ayer, crucé la calle y lo dejé todo en el contenedor verde. Es el que queda más cerca de casa. Entonces se me acercó un tipo la mar de indignado y me afeó lo que acababa de hacer.

—¿Es que no se ha enterado? —le dije—. Mire usted, que no hay de qué preocuparse. Que lo de la desertización era un invento. Una broma global.

El hombre se puso la mar de contento. Se metió en su coche, pisó el acelerador a fondo y yo respiré la nube gris que escapó de su tubo de escape, antes de volver a casa.

Foto: Pájaros, de Carlos Naranjo

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